Es en un recodo del camino, en la cuarta curva camino a la cotidianidad, cuando le sobreviene un asomo de escalofrío acompañando al descubrimiento. Parece ser que el lugar se haya sumido en el sueño mientras ella respira el frescor del aire hondo, muy hondo, una vez más, hasta casi dolerle en lo más profundo. Con paso resuelto y sin dejar siquiera una nota en el salpicadero, decide perderse entre las olas blancas de su mar de niebla. Se funde en una atmósfera ajena a este mundo, al igual que cuando una capa de silencio cae sobre la tierra.
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2 comentarios:
Me gusta tambien ....
Muy lindas fotos
Saludos
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