...le he puesto la vista encima a un trozo de paraje, quieto, húmedo, silencioso, oculto a la mirada y al ruido, resguardado de la vista de los edificios, de la autopista, de las sirenas, del despertador...
Un hermoso lugar para comer helados toda la tarde...
Pam, pam, pam, hay golpes que conviene no oírlos nunca, pero hay están y con el paso del tiempo, quizá, pasen a convertirse en un solo escarbar en la conciencia.